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jueves, 26 de enero de 2012

Te llaman la “malfollá”

Existe un término del léxico “Granaino” que siempre me ha producido cierto desprecio y desasosiego. Siempre he procurado rehuir de los comentarios machistas, sexistas o estereotipados, pero esta palabra, este término tan despectivo y a la vez tan expresivo comienza a tener fuerza entre mi glosario personal y cada vez lo uso con más asiduidad. No soy una experta en el deje granadino pero si no me equivoco se puede emplear como adjetivo, es decir “esa es una malfollá” y como sustantivo “vaya malafollá que tiene Fulanito/a”. Por tanto, no necesariamente se refiere a mujeres si no que también los hombres pueden tener malafollá.

Pero las que me interesan ahora son ellas, sí, las féminas, y fundamentalmente las féminas en el ámbito laboral. Después de cinco años de mi vida rodeada de mujeres en distintos puestos de trabajo, no me ha quedado más remedio que comprender y aceptar dos verdades inalienables: 1) existen mujeres muy malas, pero malas de verdad,  de las que actúan con mala uva y con mala fe y 2) por lo general, el tanto por ciento de mujeres con malafollá es mayor al de los hombres.  Hay que aceptarlo y asumirlo: las malfollás existen y son una raza en aumento en nuestra vida laboral. Seas agente de viajes, profesora, secretaria o abogada, ellas están ahí. No las has llamado ni quieres que formen parte de tus relaciones laborales, pero les da igual: están ahí. Están ahí y están amargadas, resentidas, dolidas… ¿qué les pasa? ¿Por qué tienen tanta malafollá? ¿Realmente tengo que atender a comentarios machistas para poder dar respuesta a esos gritos, esa histeria, esa pérdida de autocontrol? Puedo comprender los cambios hormonales (evidentemente, yo también los sufro) puedo comprender que la presión y el stress lleve a situaciones extremas pero ¡ay! las malfollás van mucho más allá: te buscan, te persiguen, están en constante competencia contigo, con tu forma de vestir, con tu forma de trabajar… ¡son envidiosas y altamente competitivas! ¡Ah! Y cuanto más mayores… peor.
Me da rabia y no me gustaría aceptarlo pero la realidad es que el peor enemigo de una mujer: es otra.

Women are in league with each other, a secret conspiracy of hearts and pheromones. 

Camille Paglia