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lunes, 26 de noviembre de 2012

Miedo generacional


Tengo miedo generacional, sí, miedo generacional. “¿Qué significa eso?” Os preguntaréis. Significa que siento miedo, un miedo irracional y preponderante hacia la realidad que me circunda, hacia lo que sucede a mí alrededor.
Tengo miedo de los corruptos, chupatintas y maleantes que abundan en este país, siento miedo de los que permiten las macro fiestas a granel, de los medios de comunicación sesgados y de los parados sine die. Siento espanto porque haya gente de mi edad que se apalanque y no busque un futuro fuera, que no aprenda idiomas, que se acomode, que no luche por conseguir sus sueños y por salir adelante.

Siento un miedo terrible hacia los iluminados, los que tratan de manipular a las masas, engendran odio hacia lo foráneo y esconden la mala gestión, los miles de parados, las miles de empresas en concurso y la invención de los copagos bajo el manto de una bandera que, por arte de magia, resulta ser la solución a todos los problemas. Ello me produce pavor hacia los becerrismos, ovejismos así como todos los –ismos-, fundamentalmente porque son enfermedades que tienen una cura muy fácil: viajar.
Por último, tengo miedo de que mis padres me hayan educado demasiado bien. Sí, sé que quizás puede sonar un poco prepotente, pero en estos momentos siento una distancia tan abismal entre mi forma de razonar y la de mis contemporáneos que me siento desubicada. Siento que mis padres me han inculcado unos valores acertados, coherentes y dentro de una moral conservadora pero no en extremo. Ello choca irremediablemente con mi día a día en el que me encuentro a bebés de veintitantos y treinta y tantos, cobardes, bipolares, cornudos y colgados que viven en nubes paralelas… ¿Dónde estás Grey?

Trataré de afrontar el miedo siendo una ciudadana de mundo, abierta, políglota, global, apolítica…pero…lo confieso: nunca dejaré de buscar a Grey.

Cuantas menos razones tiene un hombre para enorgullecerse de sí mismo, más suele enorgullecerse de su nación.
Schopenhauer

jueves, 11 de octubre de 2012

Mejor le digo adiós a tu boca de anís

Nací hace 28 años en uno de tus hospitales y después de una separación de 18 años en los que felizmente viví en Segovia y provincia, he cumplido este mes de septiembre diez años entre tus calles.


Diez años que comenzaron con la ingenuidad de un postadolescente que descubre la universidad, la gran ciudad, sus calles, sus tiendas y sobre todo, su gente, su ambiente. Diez años en los que he reído, cantado, amado, y porqué no… llorado. Diez años recorriendo tus calles, a pie, en coche o incluso en moto pero siempre disfrutando de tu asfalto, ese asfalto árido que en el mes de agosto, aparte de ti y de mí, pocos sabían apreciar. Pocos sabían apreciar nuestra conexión, la ilusión que me hacía despegar de tus pistas y aterrizar de nuevo en mi hogar, mi familia, mis amigos, mi zona de confort, mi estabilidad.
Pero uno tiene que forjar su propio destino y cuando tus jornadas laborales maratonianas se unen a faltas de respeto continuas por parte de mujeres amargadas, maltrechas y como bien sabéis, malfollás, es el momento de buscar una nueva vida, de salir de la pecera y descubrir cómo se nada en el mar.
Te echaré de menos Madrid, echaré de menos tu calle Serrano, tu calle Fuencarral y a tus modernitos del Café de Paris, los domingos en la Latina y como no, las largas horas pasadas en mi spot favorito del Retiro, delante del lago y debajo de mi árbol, contándote mi vida, mis aventuras, mis sueños…
No hagas caso de los que te envidian, no tendrás mar pero tienes cultura, tienes carisma y sobre todo tienes algo muy especial…tienes vida. No escuches los himnos bizarros ni los abucheos de los campos de fútbol, ni prestes atención a los discursos soberanistas: tan sólo te tienen envidia porque… ¿sabes qué? siempre serás la capital.
Gracias por todo lo que me has enseñado, te llevo en mi corazón pero…mejor le digo adiós a tu boca de anís.

Excuse me, then! you know my heart;
But dearest friends, alas! must part.
John Gay

domingo, 22 de julio de 2012

JUNK LOVE

Os confieso que cada vez leo con más desasosiego las noticias que atañen a la economía de este querido país, y sobre todo, las imágenes que cada vez me recuerdan más a la plaza sintagma de Atenas. Estoy empezando a plantearme en serio la posibilidad de coger las maletas y emigrar far away como lo hicieron muchos españoles en la época de la posguerra. Sobre todo también por la apatía y la falta de interés con la que veo que la gente de mi edad aborda la realidad que les circunda: les da todo absolutamente igual siempre y cuando puedan pillarse una buena borrachera y echarse un buen f***... y es que… ¿en qué hemos convertido al alcohol y al sexo?

El otro día leí en un artículo desde que el sexo se convirtió en algo fácil de conseguir, el amor se convirtió en algo difícil de obtener. Y efectivamente si nos damos cuenta así es, el sexo, se ha convertido en el elemento saciador del hambre humana, de nuestras inquietudes, necesidades y carencias más ocultas. Igualmente, el alcohol actúa como inhibidor de los problemas y los miedos humanos, nos ayuda a olvidar los malos ratos semanales mientras nos desinhibimos con cualquier amor de barra.

Y ello conlleva la desnaturalización absoluta del amor, el amor de repente se convierte en una hamburguesa de un restaurante de fast food  ¿Qué sucede cuando llevas al límite las necesidades humanas y usas el sexo y el alcohol como arma cotidiana? exactamente lo mismo que cuando vas al Mc Donalds y te pides una Big Mac con patatas grandes y bebida grande cuando te estás muriendo de hambre: de primeras te sientes la persona más feliz del mundo por estar metiéndote todos esos hidratos de carbono engrasados que te producen un subidón de energía y de saciedad. Pero, ¿qué ocurre a las cinco de la tarde? Que te estás muriendo de nuevo de hambre.

Y sucede que mujeres guapas, inteligentes con una carrera profesional más que prometedora chocan en el día a día con almas en constante búsqueda de una saciedad que jamás les va a llegar. Chocan todos los días con hombres que ya no sólo no hacen ningún tipo de esfuerzo por cortejar o llegar a algún tipo de atracción, sino que directamente te ofrecen tomar el postre de la cena llegando a llamarte egoísta si te niegas a acceder a un postre desconocido, así de buenas a primeras, sin primer plato, sin segundo, sin una copita de vino….

En fin, vivimos en una sociedad que nos exige llevarlo todo al límite, a hacer todo en seguida, a huír, y fundamentalmente, nos obliga a no aceptarnos a nosotros mismos, a no aceptar que nos hacemos mayores, que hombres y mujeres de “ta y tantos” no pueden seguir emborrachándose en la discoteca como si tuvieran veinte años y no pueden seguir aferrándose a la juventud cubriendo sus canas bajo polos de El Ganso combinados con deportivas Converse.

Pero seamos positivos... quizás en lugar de tanta junk food y junk love, deberíamos empezar a centrarnos en otras alternativas como el sushi y todas sus variedades... a por el sushi ;)!!

I love you without knowing how, or when, or from where. I love you simply, without problems or pride: I love you in this way because I do not know any other way of loving but this, in which there is no I or you.

Pablo Neruda

miércoles, 13 de junio de 2012

We are what we remember

Ya es una realidad. Tras muchos meses de incertidumbre y falsas esperanzas, años y años de ladrillismo, coches flamantes para todos los usuarios y el más absoluto despilfarre gratuito, han llevado a este país al rescate, llamémoslo eufemísticamente financiero, pero rescate aún así. Y te preguntas, ¿qué ocurre? ¿todo esto no ha sucedido ya? Decía Nicolás Avellaneda que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla, y aquí estamos otra vez, llamémoslo ZPus, Aznar, González o el mismísimo Irving Fisher, los lunes y martes negros no sólo existen desde que Lehman (& compañía) y sus súper subprimes nos metieron en este Titanic, esto es algo harto conocido.

En este sentido, me llama mucho la atención la capacidad del ser humano de olvidar, de borrar de la mente aquello que nos resulta desagradable o molesto, hasta el punto de no ser capaces de recordarlo cuando nos ponen en contexto. Sigmund Freud lo llamaba memoria reprimida y, ¿A quién no le ha pasado que cuentan una historia que sucedió en el colegio – y que por supuesto para ti no debió de ser una experiencia agradable- y no eres capaz de visualizar lo que te están contando? Lo mismo ocurre con determinadas caras o incluso gestos de personas que sabemos que han estado en nuestro entorno pero les hemos excluido de nuestra mente, nos los “cargamos” literalmente.

Pero por otro lado, las personas también tendemos a idealizar ciertos recuerdos, la mente nos juega malas pasadas y ensalzamos relaciones o aventuras del pasado haciendo que personas que antaño nos parecieron mortadela con aceitunas, se conviertan con el paso del tiempo en nuestra psique en solomillo en salsa de Pedro Ximénez (mmmm) hasta que ¡oops! nos volvemos a atragantar con las aceitunas y no nos queda más remedio que aceptar que el embutido, siempre será embutido, c´est la vie que dicen los franceses. Y hacemos lo mismo con los lugares, las experiencias… con el tiempo recordamos vacaciones que en su día fueron un “psé” con añoranza y anhelo, deseando algún día poder volver a ser igual de jóvenes y hacer las mismas locuras.

Dicho esto, ¿es posible compaginar estas dos cualidades de nuestra mente? Creo que sí, fundamentalmente porque al igual que el país, si nosotros mismos no somos capaces de recordar ni saber de dónde venimos, es imposible que sepamos a dónde vamos. No olvidemos que somos lo que somos gracias a nuestros errores, nuestras victorias y sobre todo, nuestras raíces. Forjemos nuestro futuro aprendiendo de los errores del pasado... welcome tomorrow!


Footfalls echo in the memory
Down the passage which we did not take
Towards the door we never opened

T.S. Eliot

viernes, 11 de mayo de 2012

Tú eres Peter Pan, yo soy Wendy

Mayo comienza con la subida de temperaturas y la consecuente revolución hormonal. Diréis ¿revolución hormonal? Sí, por algún motivo a partir de este mes, el teléfono móvil comienza a recibir mensajes de números en letargo durante el frío y largo invierno. Por supuesto, una fémina como yo los tiene a todos borrados de la agenda, con lo que descifrar de quién se trata se convierte en una verdadera tarea de ingeniería ¿será el sevillano que conocí en enero? ¿se trata del raro aquel que me mandaba fotos de peluches? Sean unos u otros, ellos reaparecen cual flor durante el mes de las idem y pretenden que contestes tan feliz como si nada hubiera pasado durante este tiempo.

Pero lo peor de todo es que esta situación surrealista de hombres que van y vienen como el Guadiana ya no es algo puntual que me ocurra a mí o le ocurra a una amiga, de un tiempo a esta parte es generalizado y se ha convertido en una pandemia: por algún motivo ellos voluntariamente deciden atacar, como buenos depredadores, pasan un tiempo mandándote interminables speeches a través del whatsapp (a estas alturas todos sabéis que mi gran frustración es que los hombres ya no emplean el botón de llamada), quieren quedar, ofrecen planes, se convierten voluntariamente en tu acompañante a eventos varios y de repente ¡oops! desaparecen del mapa.

Y llega un momento en el que te acostumbras, lo aceptas y ni siquiera les dedicas más de diez minutos de tu preciado tiempo porque ya te has dado cuenta de que, llegues a la conclusión que llegues, nunca comprenderás porqué desapareció.

Pero, ¿Quiénes son realmente los Peter Pan?

Normalmente son hombres guapos o atractivos con un elevado autoconcepto de sí mismos. Les gusta gustar y por lo común visten bien (véase típico abogado con traje y pulseras de hilo…).  

Por supuesto la madurez es una característica inherente de su personalidad. Cuando digo madurez, entendedme bien, me refiero a eso que (debería) ir acompañado a la edad física, es decir, son hombres que ya han entrado en la treintena y en muchos casos la cuarentena y la cincuentena.

En alguna revista les debieron de decir que dejarse canas les aportaba un halo especial  (y no niego que en muchos casos así sea) pero desgraciadamente en un tanto por ciento muy alto, se les va de las manos y te terminas encontrando con abuelos de Heidi que apenas tienen 30 años.

Seduce y busca su autocomplacencia, pero le resulta indiferente si proporciona o no placer. Suele utilizar a las mujeres como arma de autosatisfacción.

Son inteligentes y por ello emplean su inteligencia para tratar de crear relaciones dominación-sumisión.

Por ello ¿qué sucede? Que en cuánto se encuentran con mujeres no sumisas, con personalidad y qué saben lo que quieren, les entra el tembleque, los sudores y la necesidad irremediable de huir. Y ante este panorama, queridos lectores y lectoras, creo que lo mejor será que nosotras nos convirtamos también en mujeres Wendy, cojamos a los hombres de traje verde de la mano y nos dediquemos a volar hacia Nunca Jamás.

P.S.- Como podéis observar, el diseño de mi blog y su título han cambiado. Ello se debe a que lo que empezó siendo un blog en el que pretendía abordar diversos temas (jurídicos, gastronómicos, viajes…) se ha ido definiendo con el paso de los post en un blog personal, intimista, en el que os cuento y comparto mis vivencias.

Maturity is achieved when a person postpones immediate pleasures for long-term values.

Joshua Loth Liebman

jueves, 26 de abril de 2012

Con el tiempo aprendí...

Me educaron en el esfuerzo, en la búsqueda de la auto-superación y en el trabajo. Siempre he procurado conseguir los mejores resultados dentro de mis posibilidades. A pesar de que mi entorno fuera hostil, había algo dentro de mí que me incitaba a luchar, a superarme a mí misma. Y siempre me salió bien, sacaba buenas notas, conseguía mis éxitos y me sentía satisfecha con mis victorias.

Pero de repente todo cambió, los éxitos nunca fueron suficientes, los esfuerzos nunca fueron valorados, y todo lo que hasta entonces iba en ascenso comenzó a caer en picado. Entonces te analizas, haces introspección, y comienzas a aceptar que además de tus capacidades y limitaciones, existen factores que no puedes controlar: siempre estará el hijo/a de Fulanito, siempre habrá alguien mejor que tú y siempre han existido y existirán los pasilleros y los calientasillas que saben manejar muy bien sus cartas para obtener los mejores resultados.

Lo llamemos azar o lo llamemos destino, existen factores externos que se escapan de nuestro control. La frustración de ese Iker cuando ve que, de repente, a pesar de haber jugado un magnifico partido, tiene el destino del equipo en sus manos y bien por agotamiento, bien por la tan manida “mala suerte” en dos segundos todo el sudor se convierte en lágrimas.

Y mientras una reflexiona acerca de todo esto, los insurgentes o ¿indignados? deciden volver a acampar en Sol, porque no hay nada mejor que hacer, porque la palabra “trabajo” les produce urticaria, porque empiezan a subir las temperaturas y ¿qué hacemos? pues sabotear el metro de Madrid y asentarnos de nuevo en el centro de la ciudad ¿Y las 8.000 personas a las que han hecho llegar tarde a trabajar no están indignadas? Pues sí, y yo también lo estoy, yo también tengo de qué quejarme y a quién reclamar pero no me pongo un pendiente en la oreja y fumo porros mientras decido paralizar el transporte público. Qué fácil es vivir en casa de tus padres, tener buena comida en tu mesa todos los días y salir a la calle a quemar contenedores y poner la tienda de Quechua en la puerta del Sol.

En fin, con el tiempo he aprendido que es fundamental aprender y aceptar que en décimas de segundo tiras la moneda y todo cambia, y sobre todo es fundamental comprender, que a pesar de que la ira, la cólera y la rabia recorran tus venas, no merece la pena desarrollar ni albergar indignación contra ellos, bien sean “hijos de”, o “antisistema”: siempre estarán ahí.

What fates impose, that men must needs abide; It boots not to resist both wind and tide

William Shakespeare

jueves, 29 de marzo de 2012

De mayor quiero ser liberada

Son las 22:00 y salgo de trabajar del majestuoso edificio, agotada, destrozada y pensando en llegar a mi casa lo antes posible. Cuál es mi sorpresa cuando veo que un grupo de insurgentes, vándalos y facinerosos, cargados de pancartas rojas, están comenzando a arengar a la masa bajo la idea de una huelga general para justificar su… ¿Trabajo? No puedo evitar observar sus actuaciones minuciosamente- no sin cierto desdeño- y veo que uno de ellos, descarado él, tiene la osadía de llevar puesto un polo de lacoste… y ¡ay! Eso sí que me indigna… ósea que yo estoy trabajando más de diez horas al día para que vengan estos seres, por llamarlos de alguna manera, que cobran su sueldo íntegro por dedicar su tiempo a “labores sindicales” a gastarse el dinero que nos sustraen a todos los trabajadores de nuestro sueldo para comprarse un polo de lacoste. Pero sobre todo y fundamentalmente, ¿qué hacen estos imbéciles gastando nuestro dinero en pancartas, pegatinas y merchandising varios cuando hay 5.000.000 de parados? La reforma laboral entró en vigor el 13 de febrero ¿han tenido acaso tiempo de valorar sus consecuencias? ¿O es que tienen que justificar su no trabajo de alguna manera? ¿Qué persona en su sano juicio secunda una huelga general con la crisis económica que tenemos y con el perjuicio económico que ello conlleva?

Afortunadamente la calle está semivacía y apenas se fijan en mí mientras preparan sus pegatinas. Les dejo en su camino hacia la Puerta del Sol y continúo subiendo por la calle Velázquez. Llego a la altura del Pain Quotidien, y en su terraza me encuentro sentadas a todas estas niñas del barrio de Salamanca que no saben ni de dónde caen las gotas de agua porque su única preocupación en esta vida es conseguir hacerse esos moños a lo Jordi Labanda que se ponen en la cabeza y conseguir que la goma del pelo les combine con la blazer color coral- tan de moda esta primavera- y con las botas de motivos aztecas. Por cierto, ¿alguien sabe porqué con las temperaturas de 20ºC que estamos sufriendo estas niñas siguen llevando botas? ¿Por qué a las féminas del barrio de Salamanca les place tanto llevar botas con un sol de justicia? ¿las botas no son para el invierno? ¿Tanto daño ha hecho Sara Carbonero a la sociedad?

¡Uf! Ya son las 22.30 y por fin abro la puerta de mi recién estrenada casa, aturdida por la diversidad y la complejidad de los seres humanos que te puedes encontrar en tu camino, pero, eso sí, tomando la sabia decisión de que mi futuro está en hacerme liberada sindical para poder llevar polos de lacoste y tomarme algo tranquilamente un miércoles en el Pain Quotidien con las niñas del barrio de Salamanca.

La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa.

Albert Einstein.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Reflections upon a Whatsapp message

¡Hola San Valentín! Me han pasado tu número de teléfono y…¡He visto que tienes WhatsApp! ¡Qué bien! Te escribo para ver si me ayudas a entender un poco el enfriamiento de las relaciones sentimentales en los últimos tiempos, porque en aproximadamente diez años de mi vida amorosa, mi comunicación socio-afectiva con el sexo masculino ha pasado de un teléfono fijo al que cuando eras adolescente te llamaba algún que otro valiente con la excusa de pedir algunos deberes, a un teléfono móvil al que la mayoría se dedicaba a mandar SMS o con el que viví la época de las llamadas  pérdidas en las que la emoción recorría tu cuerpo cuando veías un toque del ligue de turno (por cierto, nunca llegué a entender su significado… ¿Era un ¡hola!?¿Un “me acuerdo de ti”?) y luego llegó el Messenger, y ahí ya la utilización masiva del amor exprés, los ordenadores empezaron a tomar el relevo y poder contactar de forma instantánea con tu ser querido relegó al teléfono a un segundo plano. Y del Messenger pasamos al Facebook y/o al Tuenti, esa maravillosa arma que te permite fisgar, cotillear y ver en un simple click lo que una persona voluntariamente te quiere contar de ella… sus fotos, sus amigos, sus gustos, sus aficiones.

Ahora todo queda relegado a un tick… ¡Lo ha recibido!… dos ticks ¡Lo ha leído! Cuando pone: escribiendo tus palpitaciones comienzan a aumentar… ¡Ay! Pero ¿Qué ocurre cuando ves que está conectado o peor, que la última conexión ha sido hace diez minutos y que no te ha contestado? Empieza el estrés, la ansiedad y la angustia conjunta, mirar al móvil cada quince minutos se convierte en un sinvivir, empiezas a hacerte experto en los distintos tipos de móvil, -“los Galaxy te dan dos ticks aunque no lo hayan leído”-uf, menos mal ya pensé que pasaba de mí…

¿Qué es esto san Valentin? ¿Dónde ha quedado la rosa, la caja de bombones, el detalle, las risas, los primeros cafés en sitios originales para sorprender, las bromas? ¿He de conformarme con un emoticono de una cara amarilla mandándome un beso (con o sin corazón) o peor, con una caca o una ventosidad? Pero… ¿No deberíamos de recuperar el tête a tête, el cortejo, la conquista…?

Perdona por el Whatsapp tan largo que te he escrito pero… ¡Como es gratis!

Quei giuramenti, quei profumi, quei baci infiniti, rinasceranno

Charles Baudelaire

jueves, 26 de enero de 2012

Te llaman la “malfollá”

Existe un término del léxico “Granaino” que siempre me ha producido cierto desprecio y desasosiego. Siempre he procurado rehuir de los comentarios machistas, sexistas o estereotipados, pero esta palabra, este término tan despectivo y a la vez tan expresivo comienza a tener fuerza entre mi glosario personal y cada vez lo uso con más asiduidad. No soy una experta en el deje granadino pero si no me equivoco se puede emplear como adjetivo, es decir “esa es una malfollá” y como sustantivo “vaya malafollá que tiene Fulanito/a”. Por tanto, no necesariamente se refiere a mujeres si no que también los hombres pueden tener malafollá.

Pero las que me interesan ahora son ellas, sí, las féminas, y fundamentalmente las féminas en el ámbito laboral. Después de cinco años de mi vida rodeada de mujeres en distintos puestos de trabajo, no me ha quedado más remedio que comprender y aceptar dos verdades inalienables: 1) existen mujeres muy malas, pero malas de verdad,  de las que actúan con mala uva y con mala fe y 2) por lo general, el tanto por ciento de mujeres con malafollá es mayor al de los hombres.  Hay que aceptarlo y asumirlo: las malfollás existen y son una raza en aumento en nuestra vida laboral. Seas agente de viajes, profesora, secretaria o abogada, ellas están ahí. No las has llamado ni quieres que formen parte de tus relaciones laborales, pero les da igual: están ahí. Están ahí y están amargadas, resentidas, dolidas… ¿qué les pasa? ¿Por qué tienen tanta malafollá? ¿Realmente tengo que atender a comentarios machistas para poder dar respuesta a esos gritos, esa histeria, esa pérdida de autocontrol? Puedo comprender los cambios hormonales (evidentemente, yo también los sufro) puedo comprender que la presión y el stress lleve a situaciones extremas pero ¡ay! las malfollás van mucho más allá: te buscan, te persiguen, están en constante competencia contigo, con tu forma de vestir, con tu forma de trabajar… ¡son envidiosas y altamente competitivas! ¡Ah! Y cuanto más mayores… peor.
Me da rabia y no me gustaría aceptarlo pero la realidad es que el peor enemigo de una mujer: es otra.

Women are in league with each other, a secret conspiracy of hearts and pheromones. 

Camille Paglia