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miércoles, 13 de junio de 2012

We are what we remember

Ya es una realidad. Tras muchos meses de incertidumbre y falsas esperanzas, años y años de ladrillismo, coches flamantes para todos los usuarios y el más absoluto despilfarre gratuito, han llevado a este país al rescate, llamémoslo eufemísticamente financiero, pero rescate aún así. Y te preguntas, ¿qué ocurre? ¿todo esto no ha sucedido ya? Decía Nicolás Avellaneda que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla, y aquí estamos otra vez, llamémoslo ZPus, Aznar, González o el mismísimo Irving Fisher, los lunes y martes negros no sólo existen desde que Lehman (& compañía) y sus súper subprimes nos metieron en este Titanic, esto es algo harto conocido.

En este sentido, me llama mucho la atención la capacidad del ser humano de olvidar, de borrar de la mente aquello que nos resulta desagradable o molesto, hasta el punto de no ser capaces de recordarlo cuando nos ponen en contexto. Sigmund Freud lo llamaba memoria reprimida y, ¿A quién no le ha pasado que cuentan una historia que sucedió en el colegio – y que por supuesto para ti no debió de ser una experiencia agradable- y no eres capaz de visualizar lo que te están contando? Lo mismo ocurre con determinadas caras o incluso gestos de personas que sabemos que han estado en nuestro entorno pero les hemos excluido de nuestra mente, nos los “cargamos” literalmente.

Pero por otro lado, las personas también tendemos a idealizar ciertos recuerdos, la mente nos juega malas pasadas y ensalzamos relaciones o aventuras del pasado haciendo que personas que antaño nos parecieron mortadela con aceitunas, se conviertan con el paso del tiempo en nuestra psique en solomillo en salsa de Pedro Ximénez (mmmm) hasta que ¡oops! nos volvemos a atragantar con las aceitunas y no nos queda más remedio que aceptar que el embutido, siempre será embutido, c´est la vie que dicen los franceses. Y hacemos lo mismo con los lugares, las experiencias… con el tiempo recordamos vacaciones que en su día fueron un “psé” con añoranza y anhelo, deseando algún día poder volver a ser igual de jóvenes y hacer las mismas locuras.

Dicho esto, ¿es posible compaginar estas dos cualidades de nuestra mente? Creo que sí, fundamentalmente porque al igual que el país, si nosotros mismos no somos capaces de recordar ni saber de dónde venimos, es imposible que sepamos a dónde vamos. No olvidemos que somos lo que somos gracias a nuestros errores, nuestras victorias y sobre todo, nuestras raíces. Forjemos nuestro futuro aprendiendo de los errores del pasado... welcome tomorrow!


Footfalls echo in the memory
Down the passage which we did not take
Towards the door we never opened

T.S. Eliot

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